Primero fue la vaga sospecha de que otra cosa, y no el viento, moldeaba formas extrañas en las cortinas.Un demente hubiese jurado que aquel trazo de seda se apoyaba sobre una figura invisible, acariciando sus contornos masculinos, haciendo de las cortinas una media forma de hombre, espectral y arrebatador.
Ahora, cuando pienso en aquella noche, me rio de mi ignorancia.No fue el viento quien esculpio su fisionomia, ni la luna quien dibujo el marmol de su piel
Aparecio precedido por una inquietud sorda.Debiles atisbos de un terror arcaico fueron barridos a medida que sus ojos cobraron consistencia. Surgio entre los pliegues de la seda; caminando altivo , torciendo la realiadad con el movimiento de sus caderas. Avanzo en silencio hasta mi lecho, silencioso, fugitivo.
Su belleza puede ser motivo de desaliento, de profunda desolaçiòn, y asì me sentì en su presencia. Todas las lìneas de su cuerpo habian sido cinceladas, urdidas en la noche del tiempo, cuando por el mundo se arrastraban seres sin nombre; olvidados por los sabios pero evocados por los niños que temen aquello que respira, implacable, en la oscuridad de sus cuartos.
Su figura siguio avanzando.Sus pasos etèreos parecian flotar sobre el suelo.Comtemple su cabello: rafagas de penunbra derramandose sobre un cuello blanco e interminable. Sus labios parecian los petalos suaves de alguna flor, apenas entreabiertos, prometiendo un dulce paraiso de tortuosa delectacion. Detras, el resplandor apagado de sus dientes luctuosos, que bajo la luz incierta de la luna brillaron como pequeñas dagas hechas de hielo.
sábado, 22 de mayo de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
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